contador de visitas
top of page

Alcanzar la salvación... Homilía. Mons. José Luis Canto Sosa.

DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA

S. I. CATEDRAL DE SAN JOSÉ Y SAN ANDRÉS APÓSTOL

SAN ANDRÉS TUXTLA, VERACRUZ 

 

PASTORAL FAMILIA Y VIDA


 

MISA DE CLAUSURA

DE LA

SEMANA DE LA VIDA

23 A 29 DE MARZO DE 2025

SÁBADO 29 DE MARZO DE 2025

12 HRS

 

HOMILÍA

+MONS. JOSÉ LUIS CANTO SOSA

 

Primera Lectura. Del Libro del Profeta Oseas 6, 1-6: Yo quiero misericordia y no sacrificios.

Salmo Responsorial. Del Salmo 50: Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Señor.

Aclamación antes del Evangelio. Cfr. Sal 94, 8: Hagámosle caso al Señor que nos dice: “No endurezcan su corazón”.

Evangelio. Del Santo Evangelio según San Lucas 18, 9-14: El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no.

 

Queridos hermanos y queridas hermanas:

 

En la Primera Lectura, el Profeta Oseas nos relata el comportamiento del pueblo judío y el comportamiento de Dios con él. El pueblo judío no fue fiel a la alianza que había sellado con Dios de ser su pueblo, de seguirle siempre. Muchas veces, se fue detrás de otros dioses. Las promesas y la misericordia de muchos del pueblo judío, fueron débiles, pasajeras por eso Dios le dice por medio del Profeta Oseas: “¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío matinal que se evapora”. 

 

¿Cuál es la postura de Dios ante este comportamiento? La misericordia de Dios es eterna, para siempre y nunca Dios permanece en su enojo. Por eso dice el Señor: “En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán unos a otros: ‘Vengan, volvámonos al Señor; él nos ha desgarrado y él nos curará; él nos ha herido y él nos vendará. En dos días nos devolverá la vida, y al tercero, nos levantará y viviremos en su presencia”. Y aceptan a Dios que ha proclamado: “Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos”.

 

En la parábola que hoy nos da a conocer el Evangelio de San Lucas se contraponen dos actitudes; primeramente, el fariseo que piensa obtener la salvación con su propio mérito, y la otra, del recaudador de impuestos, que se reconoce pecador y pide a Dios su ayuda para lograr la conversión de su vida. Quien pide el auxilio de lo divino y no se apoya en sus propias fuerzas, es quien verdaderamente alcanza la salvación.

 

Este tiempo de Cuaresma nos invita a la conversión. Sin duda, todos tenemos necesidad de transformación interior, de volver nuestro rostro a Dios. Durante nuestra vida, nosotros también nos comportamos algunas veces como el publicano o como el fariseo. En ambas situaciones, tenemos necesidad de poner los ojos en Dios y reconocer lo que de verdad somos; Él sí nos conoce y sabe de qué barro estamos hechos.

 

Esta Cuaresma es una nueva invitación que nos hace Dios a fijarnos en Él, en dejar de lado todo lo que nos aleja de su presencia. Con un corazón humilde acudamos a su presencia y le renovemos nuestro amor, pidamos perdón por nuestras faltas y le ofrezcamos a ser cirineos en el camino al Calvario, para aliviar la carga de Jesús.

 

A los seres humanos nos gusta que nos aprecien, que nos estimen, que nos tomen en cuenta, que nos amen. Buscamos llamar la atención de quien nos rodea, de quien queremos que nos ame.

 

¿Queremos de igual forma llamar la atención de Cristo?

 

¿Queremos que Cristo nos vea y nos manifieste su amor?

 

Las virtudes de la humildad, la sencillez, la docilidad al Espíritu Santo son necesarias para abrir el corazón de Cristo. Serán el motivo para que Dios ponga su mirada en nosotros. Siempre lo hace, pero si nos esforzamos en vivir estas virtudes lo hará de manera especial. Por el contrario, la soberbia, el orgullo, la vanidad nacen del egoísmo y lo que pareciera oración no es otra cosa más que alabanza a nosotros mismos. Como el fariseo que agradecía a Dios por no ser como los demás hombres por no cometer los mismos errores y pecados que ellos.

 

Los dos hombres de la parábola, el fariseo y el publicano, estaban en oración, pero qué oraciones tan distintas. Una, la del fariseo, hecha con presunción personal y la otra, la del publicano, hecha con humildad, con el corazón triste por haber fallado a Dios.

 

Cristo nos pide que como niños nos acerquemos a su Sagrado Corazón reconociendo las cualidades que nos ha dado, pero tan bien con la humildad necesaria para reconocer nuestras faltas y que necesitamos de su ayuda y su gracia. Recordemos lo que dice San Juan Crisóstomo: “Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas” (De Anna, sermo 2, 2). O lo que dice Santa Teresa de Ávila: La oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aquél “a quien hablamos” (Camino de perfección, 26). Pidamos a Cristo que nos enseñe a orar con espíritu humilde y sencillo como el publicano que el Evangelio de San Lucas nos presenta el día de hoy.

 

Queridos hermanos y queridas hermanas: En este Año Jubilar el Papa Francisco nos convoca a ser Peregrinos de Esperanza, en este año 2025 la Revista de la Pastoral Familia y Vida de nuestra Diócesis de San Andrés Tuxtla tiene como lema: “Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre” (Heb 2, 14) frase de la Carta a los Hebreos que nos invita a reflexionar en lo importante que somos nosotros delante de Dios.

 

Distintamente a lo que muchos pudiéramos pensar, los seres humanos no somos una creación cualquiera, sino que somos creación única y exclusiva de Dios; nosotros somos creaturas a las cuales Dios, por medio de Jesús, nos incorporó a su familia y, por ello, podemos llamar verdaderamente Padre a Dios. Pero más aún, somos tan importantes y nuestra vida es tan apreciada por Dios que envió a su único Hijo para que, dando su vida en rescate, nos concede la vida.

 

Jesús, el Hijo de Dios, nos ama tanto que pagó nuestra vida eterna con su propia vida. Ya no somos más esclavos, sino que ahora somos hijos de Dios. ¿Cómo no responder con generosidad a un Dios que nos ama tanto? ¿Cómo no darle lo mejor de nosotros mismos a Aquél que entregó su sangre para que tuviéramos vida y la tuviéramos en abundancia?[1].

 

En esta Semana por la Vida, unidos al Jubileo de la Esperanza, abramos nuestra conciencia a la luz de la verdad para ser mensajeros de la esperanza y la vida. Igualmente, alejémonos de la oscuridad de la mentira. Frente a la cultura de la muerte y del descarte, nuestra respuesta debe ser un compromiso firme y decidido por la cultura de la vida y la dignidad humana[2].

 

Esto implica seis compromisos importantes por la familia y la vida que debemos considerar seriamente en nuestras catequesis y vida diaria:

 

1. Formar la conciencia, iluminada por la verdad. Es fundamental educarla en la luz del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia para evitar caer en el error y la confusión moral.

 

2. Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural. La Iglesia nos llama a velar por las personas en sus etapas vulnerables, especialmente a los no nacidos y a los ancianos. No podemos callar ante leyes injustas que atentan contra la dignidad humana. Como dijo San Juan Pablo II: “una nación que mata a sus hijos no tiene futuro”.

 

3. Promover la familia y la educación en valores. La familia es el primer ámbito donde se aprende a amar y respetar la vida. Es necesario fortalecer el matrimonio, la educación en la fe y los valores cristianos para que las nuevas generaciones crezcan en una cultura de respeto y solidaridad.

 

4. Combatir la violencia con la paz del Evangelio. No podemos resignarnos ante la violencia. La paz comienza en el corazón de cada persona y se construye con justicia. Como nos recuerda el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “la paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad” (CDSI, 494).

 

5. Acompañar a las víctimas de la violencia. Como Iglesia, estamos llamados a ser samaritanos que sanan las heridas de quienes han sufrido la violencia. La misericordia es un testimonio concreto de la esperanza cristiana.

 

6. Fortalecer la evangelización y el compromiso social. No basta con denunciar el mal, es necesario anunciar la Buena Nueva de Cristo. Debemos estar presentes en todos los espacios donde se necesite consuelo y acompañamiento.

 

Queridos hermanos y queridas hermanas: 

 

Seamos mensajeros de la esperanza y de la vida, aceptando y respetando con amor la maternidad.

 

Seamos mensajeros de la esperanza y de la vida, acogiendo con amor al enfermo, débil y vulnerable.

 

Seamos mensajeros de la esperanza y de la vida, rehabilitando a quienes han caído en las garras del crimen. La dignidad humana se ha visto seriamente dañada por el secuestro, la extorsión y la violencia.

 

Además, seamos mensajeros de la esperanza y de la vida con los migrantes de otras naciones que transitan por el territorio veracruzano, pero también con las familias de nuestros hermanos y hermanas veracruzanos que se trasladan a ciudades del norte de nuestro país o a Estados Unidos en búsqueda de empleo o mejores condiciones de vida.

 

Queridos hermanos y queridas hermanas de la Diócesis de San Andrés Tuxtla: la situación que enfrentamos en México es desafiante, pero tenemos la certeza de que Dios camina con su pueblo, y nosotros estamos llamados a ser testigos y mensajeros de la esperanza y de la vida. Que la esperanza sea un faro que oriente nuestro caminar, porque sabemos que el Amor nos ha salvado y nos sostiene.

 

Oremos con confianza y comprometámonos con valentía y trabajemos juntos por un México y un Veracruz donde la vida sea respetada y promovida en todas sus etapas. Que Santa María de Guadalupe, Madre de la Vida, interceda por nosotros y nos ayude a ser constructores de una auténtica cultura de la vida. Que seamos promotores y defensores de la Familia y la Vida con la ayuda de Dios y la intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret. Que así sea.

 

 


[1] Cfr. Evangelización Activa, Lectio Divina. Evangelio Diario. Liturgia, 15 de enero de 2025, Arquidiócesis de Monterrey, México.

 

[2] Cfr. Mons. Ramón Salazar Estrada, Obispo Auxiliar de Guadalajara y Responsable de la Dimensión Episcopal de Vida. Mensaje con motivo de le Semana por la vida 2025. La conciencia iluminada por la verdad nos lleva a hacer el bien. Prot. No. 101/25, Ciudad de México, 05 de marzo de 2025)

 

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo
EL HIJO PRÓDIGO HOY EN DIA...

DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA S. I. CATEDRAL DE SAN JOSE Y SAN ANDRÉS APÓSTOL SAN ANDRÉS TUXTLA, VERACRUZ CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA IV...

 
 
 

Comments


Siguenos en redes sociales

  • Youtube
  • Facebook
Gracias por tu mensaje
bottom of page

contador de visitas